Día del Campesino: entre el HOMENAJE y la deuda histórica
Un día para valorar el trabajo rural, pero también para visibilizar los desafíos y la lucha constante por el reconocimiento
Actualizado el: 26 junio 25 | 04:39 pm
Cada 24 de junio, el Perú rinde homenaje a quienes cultivan la tierra, crían ganado y sostienen, con su trabajo diario, la alimentación del país. Esta fecha también marca el inicio del año nuevo andino y se enlaza con la celebración ancestral del Inti Raymi o Fiesta del Sol, una de las tradiciones más importantes del calendario incaico.
Fue en 1930 cuando el gobierno de Augusto B. Leguía instauró oficialmente el Día del Indio, con el propósito de “reivindicar” a las poblaciones indígenas y resaltar su aporte a la cultura y economía nacional. Sin embargo, esta conmemoración se desarrolló bajo un enfoque paternalista, que en muchos casos reforzó estereotipos sobre los pueblos originarios, presentándolos como sujetos pasivos o necesitados de tutela estatal.
El rostro del campo
En las regiones altoandinas y amazónicas, muchos jóvenes campesinos están dejando el campo. La agricultura ya no les alcanza para vivir, y la migración hacia las ciudades se vuelve una salida forzada. Según el INEI, más del 60 % de los trabajadores agropecuarios tienen más de 45 años. El recambio generacional está en riesgo y con él, la seguridad alimentaria del país.
Existen, por supuesto, historias de resistencia: jóvenes que regresan a sus comunidades para levantar biohuertos, apostar por cafés orgánicos o emprender proyectos sostenibles. Pero junto a esas iniciativas también crece la frustración, como los programas de apoyo que no llegan, precios que no cubren los costos mínimos y carreteras que se vuelven intransitables durante la temporada de lluvias.
¿Campesinos o “emprendedores del agro”?
En los últimos años, un nuevo término ha ganado fuerza en el discurso estatal: “emprendedores rurales”. Sin embargo, para muchos comuneros, ser campesino no se reduce a un modelo de negocio. Es una identidad, una forma de vida profundamente ligada al territorio y una herencia cultural que atraviesa generaciones.
Por eso, resulta fundamental no perder de vista las luchas históricas del campesinado: la defensa de sus tierras frente a proyectos extractivos, la exigencia de participación en las decisiones que afectan sus comunidades y el reclamo por una reforma agraria del siglo XXI que sea justa, integral y sostenible.
El campesino como actor político
El campesino no es solo productor. También organiza paros, exige precios justos, debate sobre soberanía alimentaria. Es tiempo de dejar de verlo solo como símbolo patrio y empezar a escucharlo como ciudadano con demandas concretas.
