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Durante la noche de Halloween podemos observar que una de las figuras más comunes es la de una calabaza, aunque pocos conocen el motivo por el cual se escogió este vegetal. El origen de esta costumbre se encuentra en la leyenda de ‘Jack-o’-lantern’, aunque ha variado un poco con el paso de los años.

 

Según cuenta el relato, un granjero de nabos irlandés llamado Stingy Jack se encontró con el diablo la noche del 31 de octubre, mientras bebía un trago en una taberna, diciéndole este que había llegado el momento de su muerte. Sin embargo, este logró engañar al demonio ofreciéndole su alma a cambio de una última copa, por lo que este se convirtió en una moneda para pagar la cuenta y saltó al bolsillo de Jack. Sin embargo, una vez adentro se encontró con una cruz de madera que le impedía regresar a su forma original, quedando libre con la promesa de que no regresaría por el granjero en 10 años.

 

Al término del plazo que acordaron, el diablo volvió a buscar a Stingy Jack, pero este de alguna manera lo convenció de subirse a un árbol para bajar una manzana. Una vez arriba, el irlandés lo rodeo con cruces para que no pueda bajar, haciéndole prometer esta vez que no buscaría su alma nunca más, algo que el demonio tuvo que aceptar.

 

 

Pero, un día Jack falleció de vejez y no fue aceptado en el cielo por sus acciones, llegando a las puertas del infierno. Sin embargo, el diablo cumplió con su promesa y tampoco pudo aceptar su alma, dejándolo sin un lugar donde descansar. Lo único que le dio el demonio fueron dos brasas, las cuales Jack colocó dentro de un nabo para alumbrar su camino mientras vagaba por la tierra.

 

Es así que en Irlanda y Escocia, debido a la leyenda, se empezaron a tallar nabos con la supuesta cara de Jack y colocar velas en el interior para evitar que espíritus malignos ingresen a su hogar. Una vez que la festividad llegó a Estados Unidos, se reemplazó al nabo por calabazas, debido a la sobreproducción de ese vegetal en el país.