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Una joven australiana de 23 años, radicada en Reino Unido y paramédica de profesión, identificada como Natalie Kunicki, estaba echada al lado de una amiga viendo una película después de tomar unos tragos. Entonces decidió estirar su cuerpo y el drama comenzó.

Al estirar su cuello escuchó un fuerte crujido dentro de su cuerpo. Luego de unos minutos intentó levantarse para ir al baño, pero le fue muy complicado moverse, incluso cayó al suelo debido a que sus piernas no le respondían.

Si bien la muchacha se alarmó, optó por no llamar al servicio de emergencias, pues creyó que todo se debía a que estaba ebria. Sin embargo, al no poder recobrar sus movimientos normales, decidió por fin llamar a un médico.

“Me levanté y caminé hacia el baño. Miré hacia abajo y me di cuenta de que no estaba moviendo la pierna izquierda, luego me caí. Mi amiga tuvo que venir a recogerme. Pensé que estaba borracha, pero sabía que algo más estaba mal”, comentó.

Al llegar los médicos, la examinaron y le dieron la mala noticia: al estirarse más de la cuenta, una arteria de su cuello se reventó, creando un coágulo de sangre que se alojó en su cerebro. “No llamé durante diez minutos porque pensé que era improbable que fuera un derrame cerebral”, se lamentó.

Afortunadamente, luego de ser atendida en un hospital, Natalie Kunicki logró recuperarse paulatinamente. Los médicos estiman que su movilidad corporal volverá a la normalidad en un lapso de entre seis y doce meses.

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